lunes, 12 de enero de 2015

Opinión Literaria: "John muere al final" de David Wong por Francisco José Arcos Serrano


“Una historia enérgica y desquiciada que hará volar tu cabeza”


Mi nombre es David Wong. Mi mejor amigo es John. Son nombres falsos. Puede que no desees saber nada sobre las cosas que leerás en estas páginas: lo de la salsa, lo de Korrok, lo de la invasión y el futuro. Pero es demasiado tarde. Has tocado el libro. Ya formas parte del juego. Estás bajo el ojo.
La droga se llama “salsa de soja”, y proporciona a sus consumidores una ventana a otra dimensión.
Ni John ni yo pudimos evitarlo.
Tú todavía puedes.
Siento haberte involucrado en esto, en serio. Pero cuando leas sobre estos terribles sucesos y la época sumamente oscura en la que el mundo está a punto de sumergirse por su causa, es crucial que recuerdes una cosa: YO NO TENGO LA CULPA DE NADA DE ESTO.

La editorial madrileña Valdemar llega al sexto título dentro de su sello Insomnia, el cual nos está sorprendiendo con cada nueva entrega.

Antes de adentrarme en el análisis de John muere al final, tengo que advertir que se trata de una novela muy diferente a lo que el público se espera; en otras palabras: son casi 600 páginas de locura total sin complejos ni ataduras argumentales de ningún tipo, detalle que he agradecido enormemente al cerrar el libro, ya que necesitaba leer una historia tan alocada y desfasada como ésta, y como podéis comprobar, David Wong ha dado en la jodida diana.

John muere al final es el resultado de un perturbador y malsano sueño del propio escritor allá por el año 2000, el cual decidió que era buena idea irlo publicando en su blog personal hasta verse convertido en un libro, el cual se ha transformado en un auténtico título de culto entre los lectores más freakies del mundo, todos adoradores de la cultura trash de los años 80 y 90’s.

Menciono este tipo de cultura, ya que la novela está salpicada (nunca mejor dicho) de reminiscencias a esos años mágicos donde convivían la serie B, los videojuegos y todo aquello “retro” que nos lo hacían pasar de fábula en nuestros años mozos.

El estilo de Wong se adapta a las mil maravillas a este tipo de historia rocambolesca, acertando de lleno siempre en el lenguaje utilizado: directo y conciso (como si nos lo estuviera relatando ese mejor amigo de la infancia cuya cabeza está inundada de un coctel explosivo que nos hace vibrar de placer culpable); no podemos olvidar la caracterización de sus personajes: igualmente de potentes que su trama.

En definitiva: aquí encontramos prácticamente de todo lo que se os pueda pasar por la cabeza (todo tipo de grotescos bichejos y monstruos imposibles, viajes a otras dimensiones, paranoicas aventuras…), resultando de todo ello una lectura que te coge bien de tus partes y te lleva de un lugar a otro, en un viaje complejo y que deparará al lector nuevos niveles de experiencia de lectura.

Una advertencia importante para los que sufran de mareos: tómense una Biodramina para disfrutar plenamente del viaje que nos ofrece el amigo Wong.

No podemos pasar por alto la excelente edición por parte de Valdemar en un magnífico tomo en cartoné con sobrecubierta, la cual se compone de una magnífica ilustración que vaticina en parte lo que te espera al abrir el libro.

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